Tras una reunión en la Agencia Internacional para la Investigación del
Cáncer de la OMS (IARC siglas en inglés), el portavoz de un grupo de 31
científicos procedentes de 14 países aseguró que “utilizar un teléfono
móvil podría incrementar el riesgo a desarrollar ciertos tipos de tumores
cerebrales y que los usuarios deberían considerar formas de reducir su
exposición”. La alarma saltó inmediatamente a los medios de comunicación
y todos los organismos afectados incluida la OMS realizaron acotaciones
y aclaraciones que parecen haber pasado desapercibidas: “el riesgo es
el mismo que el de tomar café o consumir determinadas verduras”; “debería
ser clasificado como posiblemente cancerígeno”; “es necesario realizar
investigaciones más detalladas”; etc.


La polémica, que ya ha surgido en varias ocasiones sin conseguir
que la comunidad científica, organismos e instituciones se
pongan de acuerdo, lleva a la propia Organización Mundial de
la Salud a caer en contradicción, ya que hasta ahora había asegurado
que “no había pruebas de una conexión entre el cáncer
y los teléfonos móviles”.
De hecho siempre ha mantenido la necesidad de realizar investigaciones
nuevas y concretas que permitan hacer mejores evaluaciones
de riesgo en la salud y ha promovido dichas investigaciones
entre las agencias que podían financiarlas, con los
siguientes resultados, no exentos de polémica: “Las evidencias
científicas actuales indican que es improbable que la exposición
a campos, como los emitidos por los teléfonos móviles y sus
estaciones base, induzcan o produzcan cáncer. Varios estudios
en animales expuestos a campos similares a los emitidos por
los teléfonos no encuentran evidencia de que causen o estimulen
tumores cerebrales. Tampoco, estudios epidemiológicos
recientes han encontrado evidencia convincente del incremento
de riesgo de cáncer o cualquier otra enfermedad debido al uso
de los teléfonos móviles”.
Sin embargo, algunos científicos si han hablado de otros efectos
de incidencia mínima y sin efecto aparente sobre la salud,
los cuales incluyen cambios en la actividad normal del cerebro,
en el tiempo de reacción y en los patrones de sueño. Además,
cuando los teléfonos móviles se utilizan cerca de determinados
aparatos médicos (incluyendo marcapasos, desfibriladores y
algunos audífonos) existe la posibilidad de causar interferencias
electromagnéticas. También hay riesgos potenciales de interferencia
entre los teléfonos móviles y la electrónica de los aviones
y, evidentemente, han marcado el incremento en el riesgo de
accidentes automovilísticos por distracción del conductor.
Recomendaciones sobre
campos electromagnéticos
Hasta ahora, la OMS recomendaba la estricta adhesión a los
estándares internacionales que se desarrollaron para proteger
a los usuarios de telefonía móvil, a las personas que trabajan
cerca o viven alrededor de estaciones bases o, incluso, a
la gente que no hace uso de este tipo de comunicación. Las
recomendaciones internacionales desarrollados por la
Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No
Ionizante (ICNIRP) están basadas en un análisis cuidadoso de
toda la literatura científica (sobre efectos térmicos y no térmicos)
y ofrece protección contra todos los peligros identificados
debido a la energía de radiofrecuencia, con amplios márgenes
de seguridad.
En España, la polémica que surgió hace años entorno a las
antenas debido a un cluster de cáncer infantil producido en
un colegio de Valladolid y desvinculado de la telefonía
móvil tras la investigación científica y policial llevó al
Gobierno a realizar todo tipo de estudios y pruebas y a
publicar el RD 1066/2001 de 28 de septiembre de 2001
que recoge un Reglamento que establece las condiciones
de protección del dominio público radioeléctrico, restricciones
a las emisiones radioeléctricas y medidas de protección
sanitaria frente a emisiones radioeléctricas (el documento
es público y se puede encontrar en la web del
Ministerio de Industria). Así, las mediciones, obligatorias
para todos los operadores móviles, muestran que los niveles
de las señales de RF provenientes de estaciones bases,
en áreas de acceso público, están muy por debajo de los
valores establecidos como medida de prevención.
Lo mas curioso es que la alarmante noticia de la OMS se
produjo no después de realizar nuevos estudios o tener
nuevos datos, sino "Tras revisar básicamente todas las pruebas
relevantes”. Entonces, “el grupo de trabajo clasificó ciertos
campos de radiofrecuencia electromagnética como posiblemente
cancerígenas para los humanos", explicó el presidente
de la IARC, Jonathan Samet.
Samet aseguró que algunas pruebas sugerían una conexión
entre el uso de los teléfonos móviles y un incremento
del riesgo de padecer glioma, un tipo de cáncer cerebral;
problema que, según los analistas se solventaría utilizando
accesorios como los auriculares manos libres.
Inmediatamente, la IARC obtuvo contestación desde
muchos organismos nacionales e internacionales como la
respetada FDA (Administración de Alimentos y
Medicamentos de Estados Unidos) quien determinó que
"no hay evidencia científica que haya relacionado los teléfonos
móviles con ningún problema de salud" o la
Asociación Británica de Operadores Móviles, cuyo director
ejecutivo, John Cooke, declaró que la IARC sólo ha advertido
de un posible peligro pero que "afirmar si los móviles
representan o no un riesgo requiere más investigación
científica". Por su parte, el director de medicina e ingeniería
clínica del británico Royal Berkshire Hospital,
Malcolm Sperrin, apuntó que cree que la postura de la
IARC sólo refleja la "evidencia anecdótica de que los cánceres
pueden ir asociados al uso de teléfonos móviles;
pero es vital entender correctamente que no hay una
correlación definitiva".
De hecho, existe un estudio realizado en 2010 que man-
tuvo en observación 13.000 usuarios de teléfonos
móviles durante 10 años y no pudo dar una respuesta
clara sobre si los dispositivos móviles causan
tumores cerebrales.
El COIT contundente
El Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación
españoles lanzó una nota de prensa en relación a
esa clasificación 2B (posible agente cancerígeno
sobre las personas) de los campos electromagnéticos
de los teléfonos móviles reacilizada por la
International Agency for Research on Cancer (IARC),
perteneciente a la Organización Mundial de la Salud
(OMS), diciendo que:
“El Real Decreto 1066/2001, de 28 de septiembre por
el que se aprueba el Reglamento que establece
condiciones de protección del dominio público radioeléctrico,
restricciones a las emisiones radioeléctricas
y medidas de protección sanitaria frente a emisiones
radioeléctricas, establece los límites de exposición a
campos electromagnéticos que recomienda la Unión
Europea y que la Organización Mundial de la Salud
reconoce como seguros para garantizar la protección sanitaria. El
respeto a estos límites tanto por las antenas de telefonía móvil
(estaciones base) como los teléfonos móviles y el cumplimiento
exhaustivo y riguroso de los mecanismos de control existentes
son actualmente la garantía ofrecida a los ciudadanos.
Periódicamente, los límites de exposición se revisan teniendo en
cuenta los resultados de la evidencia científica más reciente.
Pero ante esa evidencia limitada hallada por la OMS, es conveniente
seguir investigando y realizando más estudios a largo plazo; ya que
ésta es la propia esencia de la actividad científica y del desarrollo del
conocimiento como en cualquier otro ámbito de la Sociedad.
El COIT como colectivo representante de los ingenieros de telecomunicación,
con muchos profesionales expuestos en su actividad
laboral a campos electromagnéticos, es el primer interesado en
que se investigue y se informe adecuadamente sobre los hallazgos
encontrados.
Con respecto a la inclusión del uso del teléfono móvil en la categoría
2B, recordamos que en esta clasificación se encuentran,
entre otros, agentes como el café o los polvos de talco, productos
de uso cotidiano y la fibra de vidrio utilizada en determinadas
actividades profesionales.
Dada la alarma social que se genera con los temas relacionados
con la salud, es un deber tratarlos con responsabilidad y rigurosidad
por parte de todos.
El COIT asume las disposiciones y recomendaciones de la OMS en
esta materia como lo ha venido haciendo hasta ahora, como máximo
organismo responsable en Sanidad pero quiere poner en valor
la importancia de las telecomunicaciones en general, y de la telefonía
móvil, en particular, para el progreso de la Sociedad”.

Dado el gran número de usuarios de teléfonos móviles
y teniendo en cuenta las dudas que se han suscitado
en los últimos días –al igual que ocurrió en
años anteriores- hay que señalar que son varias las
consideraciones que deben tenerse en cuenta cuando
se realiza la evaluación de posibles efectos en la
salud por campos electromagnéticos.
Primero, las ondas de radio y las microondas son
formas de energía electromagnética que se engloban
dentro del término de radiofrecuencia o RF. Las emisiones
de RF y los fenómenos asociados pueden ser
discutidos en términos de energía, radiación o campos.
La radiación es definida como la propagación de
energía a través del espacio en forma de ondas o
partículas y la radiación electromagnética puede ser
descrita como ondas de energía eléctrica y magnética
moviéndose conjuntamente (campo electromagnético)
a través del espacio.
Segundo, actualmente los sistemas de telefonía
móvil operan en frecuencias comprendidas entre los
800 y 2.000 MHz y es importante no confundir los
campos de RF con la radiación ionizante como los
rayos X o los rayos gamma, que son capaces de romper
moléculas, y si rompen la cadena de ADN puede
llegar a producir cáncer. A diferencia de la radiación
ionizante, los campos de RF, a las frecuencias de trabajo
de los móviles, no pueden producir ionización
en el cuerpo y por esta razón, los campos de RF son
llamados no ionizantes.
Niveles de exposición
Tercero, los teléfonos móviles y las estaciones base
de radio (BTS) representan situaciones de exposición
completamente distintas. La exposición a la RF por
parte de un usuario de un teléfono móvil es mucho
mayor que la de una persona que vive cerca de una
estación base. Sin embargo, el teléfono portátil
transmite energía RF únicamente durante el tiempo
en el que la llamada está siendo realizada (además de
para mantener conexión con estaciones bases cercanas),
mientras que las estaciones base transmiten
señales permanentemente. Equipo portátil: Los
teléfonos móviles son transmisores de RF de baja
potencia, emitiendo potencias máximas en el
rango de 0,1 a 0,6 W. La intensidad del campo de
RF (y por tanto la exposición del usuario) desciende
rápidamente con la distancia al equipo.
En consecuencia, la exposición a la RF de un
usuario cuyo teléfono se ubica a 50 cm de la
cabeza (utilizando un equipo manos libres) es
más baja que la de un usuario que coloca el teléfono
portátil pegado a la cabeza.
Estaciones base: Las estaciones base transmiten
niveles de potencia desde unos pocos vatios
hasta un máximo de 500 W, dependiendo del
tamaño del sector o ‘celda’ para el cual están diseñadas.
Las antenas de las estaciones base, normalmente
se montan en edificios o en torres a una
altura sobre el suelo que va desde los 10 m hasta
los 50 m. Estas antenas emiten haces de RF que,
normalmente, son muy estrechos en la dirección
vertical pero relativamente anchos en dirección
horizontal, por lo que la intensidad del campo
directamente debajo de la antena es muy baja.
Efectos en la salud
Cuarto, los campos de RF penetran los tejidos
expuestos a profundidades que dependen de la frecuencia,
llegando hasta un centímetro en el caso de
las utilizadas por los teléfonos móviles. En estos
casos, la energía de RF es absorbida en el cuerpo y
produce calentamiento, pero el proceso termorregulatorio
normal lo disipa. Todos los efectos establecidos
debido a la exposición a la RF están relacionados
con el calentamiento; mientras la energía de RF
puede interactuar con tejidos del cuerpo a niveles
muy bajos para producir un calentamiento insignificante,
no hay estudios que hayan demostrado efectos
adversos en la exposición a niveles que se
encuentran por debajo de los límites internacionales.

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